Nuevas plantaciones forestales y el carbono

The capability of forest plantations to fulfill their role relies on interdependent decisions and actions. N. Thiffault et al., 2023.

En los últimos tiempos se está hablando y debatiendo mucho sobre las plantaciones forestales a nivel macro: en cuanto a su extensión, medida bien en unidades inconsecuentes e indicadas para explotar la ignorancia forestal de muchos citadinos (miles/millones de árboles), o en unidades lógicas desde el punto de vista forestal (miles de hectáreas), cuánto de eso es beneficioso para cumplir ciertos compromisos asociados con la reducción de emisiones, etc. Esta visión ha generado grandes titulares y políticos de diferente signo han hecho sus propuestas, y, además, se aprecia el interés de grandes empresas por el carbono asociado a estos sistemas forestales. Sin embargo, conviene recordar que no es el caso de España, donde este tipo de iniciativas no se han fomentado o, si lo han hecho, han quedado muy diluidas en otras iniciativas europeas, o casi como nota al pie en el reciente (y, según mi impresión, muy desconocido) Plan Forestal Español 2022-2032.

Por desgracia, este esfuerzo para aumentar las forestaciones más vinculadas a servicios ecosistémicos de regulación no se suele abordar a nivel micro, ya que no se optimizan políticas a este nivel, ni teniendo en cuenta la visión y participación de algunos stakeholders claves en el proceso como son los propietarios rurales. Es decir, que todo lo que viene de, por ejemplo, del mundo empresarial no forestal, catalizado por nuevas consultoras sitas en grandes ciudades parece que es lo primordial, o a veces lo único, y los esfuerzos que realizan los propietarios privados lejos de estos paraguas tienden a ser olvidados o desdeñados. Puedo entender que pueda generar más titulares esas propagandas de forestaciones con drones mágicos, que medidas simples para fomentar que en el rural se promuevan nuevas forestaciones, pero ello no excluye que se deban impulsar forestaciones por parte de propietarios establecidos en el rural. 

Centrándonos a ese nivel, la primera pregunta que nos podemos plantear, mimetizando lo que pasaría en alternativas de inversión próximas, sería los conocimientos que debería poseer una persona interesada para acometer una forestación de este estilo. Lo primero sería contemplar las alternativas existentes a nivel de mercados de carbono. Dejando a un lado los mercados voluntarios, debido a su escasa implantación en España y su mayor complejidad para explicarlo en una entrada de este blog, lo primero sería disponer de un mínimo conocimiento del mercado, tanto de los factores de producción necesarios como de las variables económicas asociadas a un proyecto de estas características. Pero, además, se debería tener un conocimiento sólido de toda la influencia de las diferentes AA.PP., llamémoslas así, en cuanto a promover o limitar este tipo de inversiones. Comenzando por el primer factor de producción necesario, la tierra, y asumiendo que no dispone de superficie hábil (es decir superficie no forestal o, si fuera forestal, que proceda de una zona previamente afectada por un incendio forestal), debería preguntarse cuál sería el desembolso que debiera hacer para comprar el terreno necesario para estos fines. Aquí aparece el primer problema: no existen en España estadísticas del precio de la tierra con uso forestal. Es decir, a pesar de la importancia territorial de los sistemas forestales, no se ha considerado oportuno (ni en España, ni a nivel de la UE) contar con unas estadísticas de esta naturaleza. Pero como, siguiendo la normativa vigente, el origen de ese terreno debiera ser no forestal, se puede acudir a estadísticas del precio de la tierra a nivel agrícola. Aquí sí que se pueden consultar unas amplias series  y, aunque bastante desagregadas, permiten la obtención de datos a nivel autonómico para tipologías de cultivo (pastizales, secano, etc.) que pudieran ser susceptibles de una compraventa, o un arrendamiento, para una plantación de estas características.

Pues bien, y aunque los resultados varían entre las diferentes CC.AA. y categorías de cultivos consideradas, la tendencia es que el precio de la tierra agrícola ha caído, en términos reales, notablemente en los últimos años (cerca de un 10% entre 2016 y 2022). Dicho de otra forma, la etapa inflacionista que estamos sufriendo no ha afectado a los precios de estos activos como a otros factores de producción, con lo que cada vez estas tierras debieran ser, ceteris paribus, más atractivas para inversiones de esta índole. Esta afirmación también conlleva una segunda derivada, y es que la iniciativa de proyectos de absorción incluida en la legislación vigente no parece que haya supuesto un aumento de la demanda de tierras que pudiera compensar esa tendencia bajista en el precio de la tierra. Llegados a este punto, conviene recordar que hasta ahora (finales de 2022) el número de hectáreas acogido en este mercado no llega, desde sus inicios, a 8.000ha en total.

Por otro lado, esa persona interesada en un proyecto de estas características debería conocer el precio de los inputs necesarios para la forestación, y del know-how necesario para rentabilizar al máximo la inversión. Esto es común a cualquier forestación, sea cual sea el servicio ecosistémico que intente abordar, pero, además, toda forestación es muy sensible a las acciones de un agente económico siempre presente: el Estado, o, para ser más más preciso en el caso de España, las AA.PP. Nótese que pueden tomar diferentes medidas: desde fomentar dichas forestaciones mediante subvenciones y otros incentivos, a catalizar ayudas a través de la fiscalidad, o, incluso, pueden ayudar a desarrollar nuevos mercados de una forma eficiente (como, teóricamente, sería el caso de un mercado de créditos de carbono). Pues bien, para las forestaciones con el objetivo de impulsar proyectos de absorción de CO2, la acción de las AA.PP. no se ha caracterizado hasta ahora por promover su expansión. Mientras a golpe de clic, uno puede obtener informaciones sobre distintos mercados de carbono, de diversa índole, y su evolución semanal, en el caso de España se sigue produciendo ese apagón estadístico tan frecuente en lo que concierne al ámbito forestal: no se sabe cuál es el precio medio del carbono vinculado a los créditos de una nueva forestación. Ello supone una nueva (e importante) barrera para cualquier persona interesada en este nuevo desafío. Además, todo se puede complicar más, porque parece que van a coexistir normativas nacionales y autonómicas (de ahí que me esté refiriendo continuamente a AA.PP.), con lo que ello puede suponer. De momento, en el caso de Galicia, donde parece que se quiere implantar un mercado propio, igual parecería sensato reaccionar apurando o retrasando una hipotética nueva forestación, dependiendo de lo que se espere de esa nueva norma. Personalmente, siento curiosidad por el grado de eucaliptofobia que va a incluirse en la misma. 

En definitiva, todo escenario opaco favorece el desarrollo de empresas oportunistas, y de, incluso monopsonios locales que intentan, a través de un manejo hábil de las incertidumbres y las medias verdades asociadas con estas forestaciones, lograr unos determinados objetivos con el fin de ayudar a cumplir compromisos ambientales de ciertas empresas. No pretendo generalizar (hay consultoras que, sin duda, ofrecen un asesoramiento veraz), pero siempre me llama la atención lo mucho que se incide en el hecho de la forestación (¿acaso en algunos casos ya es suficiente iniciar la forestación y computar el porcentaje del carbono que dice la norma?), casi nada en la selvicultura y cuidados posteriores… y mucho menos en lo que se pretende que ocurra después del período de permanencia. La idea de producción conjunta parece que no casa bien con ciertos predicamentos oportunistas. Con todo ello, creo que se puede concluir de lo arriba expuesto que las AA.PP. deberían actuar más y mejor a nivel micro, favoreciendo el desarrollo de estas plantaciones, desarrollando el mercado asociado a los créditos de carbono, y privilegiando, en aras de combatir el reto demográfico, al propietario que vive en el rural. Finalmente, tampoco se debe olvidar que, aunque aquí se ha hablado de forma casi monoespecífica de un servicio ecosistémico (captura de carbono), las plantaciones forestales son portadoras de un amplio conjunto de servicios, que exceden, sin duda alguna, al carbono y a la producción de madera, lo que aún justificaría un apoyo enérgico a este tipo de actuaciones.  

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