En esta primera entrada de este blog, voy a exponer unos argumentos en relación al asunto relacionado con los temas forestales más o menos cercanos a mi trabajo que ha generado más polémica en las últimas semanas. Me estoy refiriendo al trágico problema de los incendios forestales en el NO de España y en amplias zonas de Portugal. Dado que hay expertos que han aportado testimonios juiciosos sobre estos sucesos, tanto desde el estamento Universitario, como de Centros de Investigación o como de organizaciones independientes, me voy a centrar en aspectos colaterales que han salido a la luz y que considero se deben mencionar.
En concreto, la cuestión principal que motiva esta entrada se refiere a la petición por parte de un grupo político de prohibir el eucalipto (por cierto, desde la sede del poder legislativo de este país), como se puede apreciar en la foto que acompaña este texto.
Desde un punto de vista objetivo, creo que es de las proclamas más irracionales que he leído en relación no sólo con el eucalipto, sino en el ámbito forestal. Obviamente, cada uno la puede calificar como considere oportuno, pero los hechos relativos a esta especie son tozudos. En síntesis, Orense, donde habitualmente un mayor número de incendios se producen en Galicia (tanto en número como en superficie quemada), es la provincia con menos superficie poblada de con estas especies. Y al revés, las comarcas de Galicia donde menos incendios se producen (norte de las provincias de La Coruña y Lugo), la superficie forestal poblada con eucalipto es claramente predominante. Es decir, se pretende prohibir unas especies que donde presentan una mayor abundancia es justo donde menor incidencia presentan los incendios forestales en Galicia y, por el contrario, donde menos abunda, es donde hay una mayor reiteración en los incendios. Por otro lado, existen miles de hectáreas pobladas con eucalipto certificadas, lo que se puede considerar al menos como un indicador de una gestión sostenible. ¿También se van a prohibir estas plantaciones? En esa línea de sostenibilidad, ¿se pretende renunciar a las toneladas de carbono capturadas por estas plantaciones, y que podrían ser objeto de una contabilización para cumplir con los objetivos nacionales de reducción de emisiones de CO2? Estas y muchas otras preguntas surgen ante este tipo de ideas tan desafortunadas.
Sin embargo, es preciso señalar que esta xenofobia botánica, concentrada mayoritariamente en este género, se lleva produciendo en Galicia desde hace varios lustros por parte de ciertos partidos y grupos políticos y, por lo que parece, se intenta reavivar con este tipo de sofismas. Por desgracia, este tipo de argumentos ha dañado el desarrollo forestal en Galicia, ya que el eucalipto se ha convertido en una especie de árbol maldito o tabú del que mucha gente no quería ni hablar, y muchos investigadores no disponían de los incentivos suficientes para acometer proyectos de investigación basados en estas especies y que resultan imprescindibles para mejorar la gestión de los eucaliptares. Así, desde el punto de vista de la gestión forestal, incluyendo la modelización del crecimiento, selvicultura, etc., estas especies han presentado un déficit muy notable. Si, en aras de la eficiencia, uno espera que de aquellas especies que más metros cúbicos se cortan en España (según el último Anuario de Estadísticas Forestales, cerca del 38% del total de las cortas que se producen en España son de Eucalyptus spp., y en Galicia eso supone aproximadamente unos 4 millones de metros cúbicos de madera) se dispongan de las estimaciones más precisas de estas producciones, en el caso del eucalipto esta lógica apenas se cumple, a pesar de algunos esfuerzos más o menos recientes.
Si se consiguiera que cada vez más instituciones y grupos de investigación incorporaran a su oferta investigadora líneas relacionadas con el eucalipto, redundaría en un mejor conocimiento que nos permita una mejor gestión de esta especie teniendo en cuenta los condicionantes del medio donde se sitúa. He leído a mucha gente decir que hay que invertir dinero no sólo en extinción, sino en prevención. Pues bien, también es necesario invertir dinero en I+D+i en el monte gallego y, singularmente para estas especies. A título de ejemplo, es necesario disponer de mejores herramientas para incrementar la producción (allí donde se deban instalar o deban permanecer estas plantaciones), ser más eficiente a la hora de consensuar y asignar usos, establecer un mix de productos atractivo para evitar que estos sistemas forestales presenten sólo una producción única. Una idea sencilla pudiera ser no extender la superficie poblada con esta especie a zonas marginales en cuanto a su productividad o conflictivas por la interfaz urbana-rural, sino concentrar la producción donde la calidad de estación y la ausencia de restricciones la hacen más productiva. Esto conllevaría hacer un esfuerzo para estimular una gestión más participativa, donde se consensuen criterios para establecer las prioridades en cuanto a la gestión y se diseñen herramientas que permitan, si fuera el caso, asegurar unas rentas a cambio de renunciar a producciones mediatas en cuanto a madera de eucalipto a cambio de apostar por otras especies, buscando una oferta de productos y servicios que no sea mono-objetivo y que pueda ser mucho más diversa en el tiempo y en el espacio… si la propiedad está de acuerdo. En efecto, es preciso no olvidarse que la inmensa mayoría del monte gallego es privado y por ello hay que tener en cuenta, en primer lugar, a la propiedad. Y no sólo escucharla, sino también incentivarla para que estas masas vuelvan a tener un atractivo que frene el abandono del monte. Todo ello requiere de un marco global, y a la vez local, para profundizar en soluciones válidas a nivel monte y, al mismo tiempo, entender que la no gestión de los eucaliptares no es sólo un problema per se, sino que en muchas ocasiones es el síntoma de problemas más profundos en el mundo rural: despoblamiento, abandono de tierras (incluyendo el abandono de plantaciones forestales), etc. En definitiva, se requiere una visión integral y no una visión frentista y excluyente como la que se preconiza en ese nefasto twitter.