El pasado miércoles 7 de noviembre se publicaba en el RD 1269/2018 donde se definen los principios básicos (composición, funciones, etc.) de un nuevo órgano consultivo en el ámbito forestal: el Consejo Forestal Nacional. En total se han definido 46 personas que deben integrar dicho Consejo. Pues bien, llama mucho la atención que se haya excluido deliberadamente del mismo a las Universidades. Y digo excluido porque en el Proyecto de Real Decreto que ha estado en exposición pública desde el pasado año figuraban dos vocales procedentes de las entidades de enseñanza universitaria en materia forestal. Comparando ambos documentos uno puede comprobar qué vocales permanecen desde la propuesta inicial y cuáles han desaparecido.
Esta absurda decisión supone que los profesionales de todas las Escuelas Forestales de este país no tienen cabida en un órgano consultivo que se pretende que sea plural. Además, se puede calificar como una anomalía si lo comparamos con otros Consejos similares existentes en la Administración del Estado. Así, el Consejo Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad (RD 948/2009) cuenta con dos vocales en representación del sector universitario. Es decir, las entidades de enseñanza universitaria pueden dar su voz en un Consejo sobre el Patrimonio Natural y la Biodiversidad, pero no en un Consejo Forestal, situación cuanto menos curiosa. En definitiva, suprimir a la Universidad de este foro es un sinsentido que sólo se puede explicar bajo miopes estrategias cautivas de ciertos intereses creados.
Por otro lado, voy a resaltar dos de las seis funciones encomendadas a este Consejo Forestal en dicho RD 1269/2018: “Impulsar la realización de informes y estudios sobre el sector forestal…”, “Asesorar técnica y científicamente en materia forestal a las delegaciones españolas en los organismos internacionales”. Viendo estas funciones, cualquiera puede concluir que tiene poco sentido prescindir de la participación del sector universitario en este Consejo. Finalmente quisiera apuntar que esta entrada no responde a intereses personales o de la Escuela donde realizo mi actividad profesional. El único afán es denunciar este hecho que me atrevo a calificar como triste y aciago. Lo lógico sería que el Consejo de Universidades o la CRUE se manifestaran al respecto, pero me temo que no va a ser así. Ojalá me equivoque.