Aunque resulta una práctica muy saludable desde el punto de vista científico, parece que lo de escribir reseñas de algún libro que se ha publicado recientemente está demodé, y, ciertamente, su número en revistas de impacto está disminuyendo de forma muy considerable. No obstante, voy a ir en contra de esta tendencia y dedico esta entrada a realizar algunos comentarios sobre un libro que ha aparecido el año pasado dedicado al eucalipto (Eucaliptos en España. Razones y Pasiones), y que condensa aportaciones muy interesantes relacionadas con esta especie y que abarcan diversos campos de conocimiento.
Partiendo de la base que resulta muy loable difundir conocimiento sobre la especie arbórea más sexy que tenemos en España, ya que, como he comentado en entradas anteriores, existe un déficit de investigaciones en diversos aspectos, y, simultáneamente, un exceso de opiniones, habitualmente no fundamentadas. Desafortunadamente, éstas últimas han calado en cierto espectro de la ciudadanía, conduciendo a esa xenofobia botánica para esta especie, tan característica como injusta. Por ello hay que agradecer el libro del Profesor Díaz-Fierros (al que, para que quede claro, no tengo el gusto de conocer) por diversas razones. La primera es que condensa, con una prosa amable y didáctica, gran parte del saber asociado a esta especie en España, partiendo de unos datos generales y desarrollando capítulos vinculados a algunas de las críticas más fáciles que recibe esta especie (suelo, agua, biodiversidad, o incendios). La segunda razón es que parte de la existencia de un conflicto con esta especie, pero traslada la acertada idea de que los argumentos científicos son los que dan y quitan razones, tal y como se ha visto en los años transcurridos desde su implantación en España. En esta línea, el autor aboga por buscar puntos de encuentro, tal y como señala en el tercer y en el último capítulo de este muy recomendable libro. Es decir, aunque justifica su postura (él mismo la califica como antropocéntrica, frente a otra que denomina ecocéntrica), no lo expone de una forma frentista o binaria, tan en boga en nuestros días, sino con mesura, tiento y de una forma constructiva. Por otro lado, es un libro que seguro aportará al lector datos, hechos históricos, curiosidades y certezas que seguro no conocía sobre esta especie, ilustrados con referencias a otros ámbitos como puedan ser el artístico y el literario.
Resulta, a mi juicio, muy importante rescatar y resaltar una idea que aparece en varios capítulos: no se deben realizar análisis y sacar conclusiones sin tener en cuenta las distintas escalas temporales y espaciales asociadas a las plantaciones de estas mirtáceas. Así, realizar comparaciones entre un prado y cualquier forestación (con independencia del tipo de especie) con relación al consumo de agua (el viejo aforismo que “el eucalipto seca los regatos”) deben ser matizadas indicando siempre el punto de partida inicial y la situación actual. Lo mismo con la romántica, errada y utópica idea que media Galicia era una fraga y que el pérfido y capitalista eucalipto destrozó dichas masas forestales. Como se recuerda en esta meritoria obra, la mayor parte de la expansión el eucalipto se debe a terrenos abandonados o agrícolas, y, esta circunstancia se puede apreciar simplemente con fotos antiguas en los municipios donde abundan estas plantaciones. En esta línea, también resulta muy interesante recalcar otra idea que aparece en numerosas ocasiones en esta obra: la importancia de la gestión para decidir cómo, cuándo y dónde realizar las forestaciones pertinentes. En estos tiempos de brocha gorda, café para todos y ausencia de grises, resulta reconfortante leer este tipo de reivindicaciones.
Esta planificación puede ser necesaria desde el punto de vista espacial para decidir la ubicación de plantaciones a nivel cuenca, aunque se concluye que en el norte de España no debería ser una restricción por motivos de disponibilidad de agua, pero también a otras escalas. Relacionando las ideas incluidas en dos de los capítulos, emerge la gestión forestal como el bastión que puede transitar entre dos objetivos a priori contrapuestos: la prevención de incendios y la conservación de la biodiversidad. En concreto, me estoy refiriendo al trade-off entre reducir el riesgo de la gravedad de los incendios mediante la gestión del matorral, pero, simultáneamente, intentar aumentar la biodiversidad existente en dichas plantaciones. Obviamente, no hay una receta única y mágica, y las condiciones de cada plantación, así como los objetivos asociados a la misma marcarán la línea a seguir. Es decir, una gran parte del conflicto no procede de la especie, sino de la gestión que se hace de estas forestaciones. Sin embargo, como acertadamente señala el autor, los eslóganes se centran en el género (¡eucalipto no!) y no en las plantaciones con estas especies.
Siguiendo con estos aspectos relacionados con la gestión, se señala de forma muy acertada en el libro cómo el problema muchas veces no es que las plantaciones formen un monocultivo, sino que casi todas presenten la misma forma de gestión, el mismo turno y los productos obtenidos tras la corta final, los mismos usos. Este hecho es algo donde la planificación forestal podría corregir (alguien se puede preguntar por la ausencia de los PORF en este proceso), pero también hay otros incentivos a nivel micro que se están desaprovechando. Coincido totalmente con el Prof. Díaz Fierros en su crítica a la moratoria del eucalipto tal y como está planteada. A diferencia de otros países, puede ser compatible una nueva forestación con eucalipto cuyo objetivo sea la captura de carbono. Incluso se podría incentivar que no hubiera cortas hasta los 30 años y, de esta forma, garantizar rodales con otra estructura y que favorezcan otros servicios ecosistémicos. Sin embargo, como he comentado antes, en la época de los avances asombrosos en sistemas de información geográfica… se impone la brocha gorda: se ha optado por la prohibición de nuevas plantaciones de eucalipto en toda la Comunidad Autónoma de Galicia. Esta reivindicación no resulta baladí si se pretende apostar por ls forestaciones para aumentar el carbono almacenado. Nótese que, según los datos de la famosa calculadora del Ministerio, el eucalipto es la especie más eficiente a la hora de capturar carbono. Pero, además, según el autor, incluso Eucalyptus nitens supera a Eucalyptus globulus, pese a no a aparecer en dicha calculadora.
Además de lo anteriormente comentado, en el libro se incluyen capítulos dedicados a aspectos de rabiosa actualidad (servicios ecosistémicos, cambio climático), donde el autor pretende situar a esta especie en estos contextos. Además, se incluye otro capítulo sobre aspectos socioeconómicos donde se pone el dedo en la llaga en aspectos a veces olvidados, como son la estructura de la propiedad existente en Galicia frente al monopsonio existente en las empresas que demandan esta madera (por cierto, algo de alguna forma similar a lo que ocurre con la producción de leche). En definitiva, y para concluir, quisiera recomendar este libro sin reservas, y desear que se cumplan algunos de los deseos esbozados por el autor: que se frene la marea del populismo forestal contra esta especie (populismo, por cierto, asociado a casi todos los partidos políticos) y que el debate se centre no en posturas maximalistas, sino en dónde, cómo y cuándo realizar estas plantaciones.