Voy a transcribir un interesante diálogo entre dos estudiantes (Ay B) sobre ciertos temas candentes en el ámbito forestal. A se queja de las contradicciones de sus progenitores. Sus padres, según afirma, en su día libre, cuando toca, siguen una curiosa rutina: después de desayunar un kiwi del Salnés (por supuesto, ecológico) pasean su husky siberiano en un parque forestal donde abunda la vegetación no autóctona. A continuación, preparan la comida (basada muchas veces en quinoa, maíz, patatas y pimientos) antes de acudir a una manifestación contra la presencia de especies exóticas como el eucalipto, y firmar manifiestos para que el término “deseucaliptización” sea la palabra del año en Galicia. A su vez, B se preocupa mucho de aspectos como la economía circular. Se rebela contra la idea de cerrar industrias transformadoras de la madera que producen como outputs productos que se reciclan hasta cerca del 75%, cuando la media en todos los sectores es varias veces menor, además de reducir año a año las emisiones de CO2 a través del incremento de las energías renovables. Además, incluso se ha enterado que los restos de corta pueden tener viabilidad como abono verde. Otro aspecto que le choca es que, mientras en otros ámbitos como el alimentario se promueve al máximo el consumo de productos de cercanía, no se pone sobre la mesa el incremento de la huella de carbono que se produciría si se cierran plantas como la de ENCE en Pontevedra y la madera tiene que viajar a otra planta más lejana, o incluso a otro país.
Los dos estudiantes son abiertamente criticados por sus amigos al exponer estos datos ya que, hoy en día, resulta muy difícil ir en contra de una opinión pública tan polarizada. Ambos recuerdan el tiempo que lleva el eucalipto en España como para que ahora se le empiece a poner etiquetas del tipo “alien species” cuando el hombre ha estado continuamente trasladando especies de una parte a otra del mundo y parece que, dentro de las que presentan un interés comercial, el eucalipto es de las pocas merecedoras de tal calificativo. Al hilo de estas polémicas entre lo autóctono y alóctono se ríen recordando la paradoja del conocido como cangrejo de río autóctono (Austropotamobius italicus), frente al cangrejo traído de los Estados Unidos hace menos de 50 años (Procambarus clarkii). Pues bien, recientemente se ha demostrado que el llamado cangrejo autóctono es tan alóctono como el otro, porque parece que lo han traído desde Italia en la época de Felipe II. Ay B se ríen diciendo que hubiese sido más fácil llamar a uno de ellos monárquico, y republicano al otro. En esta línea, también se acuerdan de que un Profesor de Paleobotánica les comentó que hay fósiles del género Eucalyptus en Argentina (más de 40.000has sólo en la Provincia de Misiones), y se preguntan si los argentinos tildarían a estas plantaciones de exóticas, alóctonas o alien species. Los dos alumnos concluyen que no ven sentido en perder tanto tiempo con estas etiquetas que incorporan sesgos negativos contra unas especies florísticas que no tienen la culpa de todas estas polémicas. B acaba quejándose que todavía no se ha hecho un análisis coste-beneficio serio del impacto de dichas plantaciones en nuestro país, y mientras esta circunstancia, entre otras, no se concrete, el debate al respecto será cuanto menos parcial. Se despiden acordando no sacar más este tema en sus círculos más próximos. A se acordó de las palabras de un sabio Catedrático Emérito de su Universidad que decía que Galileo Galiei tendría más dificultades en nuestros días para que sus ideas fueran aceptadas que en el siglo XVII.
PD. Debo añadir que cualquier parecido con la realidad es pura (o impura) coincidencia.