¿Otro plan nacional de restauración forestal?

En esta entrada pretendo justificar una hipotética alternativa que puede mitigar algunos problemas ambientales, y que me parece no está siendo promovida por las Administraciones ni valorada por la opinión pública. En concreto, me estoy refiriendo al posible establecimiento de un plan nacional de restauración forestal con el objetivo de incrementar la superficie arbolada en nuestro país. Este hipotético plan podría atacar algunos retos importantes y abordar distintos objetivos. Por un lado, el cumplimiento de las obligaciones asociadas con el cumplimiento de medidas contra el cambio climático. Por otro, esta iniciativa supondría una apuesta por el desarrollo rural en muchas comarcas, y un buen número de empleos durante varios años. Además, en algunas zonas podría abordar problemas ambientales como el de la desertificación. 

Además, aunque no sea muy conocido, diversos estudios demuestran que la forestación puede ser una alternativa eficiente a la hora de acometer problemas de mitigación de una forma al menor coste posible. Esta evidencia choca con la curiosa realidad que se observa hoy en día en España. Por un lado el Gobierno no apoya adecuadamente el establecimiento de plantaciones con fines de mitigación, lo que a priori permite pensar que no entraría en sus planes iniciativas de este estilo, pero cuando una empresa o un ayuntamiento plantan unos pocos miles de árboles con supuestos fines ambientales, el aplauso es generalizado. Por desgracia, este tipo de discursos contradictorios son habituales cuando se habla del sector forestal.

Esta idea está siendo aplicada con todas las consecuencias en otros países como Australia, donde han fijado una meta de plantar 400.000ha en la próxima década, sólo para cubrir la demanda esperada de madera. No creo que sea preciso insistir en el potencial de la madera como un producto utilizado en la construcción mucho más eficiente energéticamente que otros y amigable desde el punto de vista del cambio climático, pero tampoco pretendo reducir la idea de este hipotético plan a un objetivo único: producir madera. En esta línea, otro ejemplo sería el plan propuesto en el Estado de Sao Paulo (Brasil) donde se pretende restaurar 300.000ha en diez años, y conviene recordar que la superficie de este estado es menos de la mitad que la española. Sin buscar más datos, creo que hay más países que están por la misma línea (hablo de memoria, pero también es muy notable el esfuerzo al respecto que está haciendo China), lo que demostraría que la idea no debe ser tan descabellada.

Por otro lado, conviene recordar que, desde el punto de vista técnico, en España se han acumulado experiencias exitosas como han sido las repoblacioones realizadas en España después de la guerra civil, sin olvidar la ingente cantidad de superficie forestada bajo el paraguas de los fondos europeos para la forestación de tierras agrarias. No obstante, llegados a este punto conviene aclarar que esta idea debería cubrir algunas premisas básicas: la primera es que deber ser multifuncional en el sentido de cubrir objetivos distintos en cada zona. En efecto, hoy en día no puede abordarse un proyecto de restauración forestal bajo un único prisma o criterio. La segunda es que no basta con plantar los árboles e irse. Debe estar acompañado por un plan que, por un lado, garantice aspectos técnicos asociados a la propia plantación y, por otro lado, asegure una vigilancia debida durante varios años para asegurar el éxito de estas. Finalmente, este plan no debería hacerse sin el apoyo de los stakeholders afectados en cada comarca. 

Si alguien está pensando en el coste de esta medida, sin duda sería ingente, pero no hay que olvidarse de otros beneficios asociados (mejora de hábitats, de suelos, de la calidad del agua, control de la erosión…) ni que, desde el punto de vista de los acuerdos del clima, muchas de estas actuaciones podrían contabilizarse como sumideros de carbono, con lo que se les asociaría un determinado precio por cada tonelada de carbono capturada. En resumen, uno de los pasos iniciales se debe centrar en realizar un análisis coste-beneficio lo más completo posible, y no limitar el análisis al propio coste de las forestaciones. Por último, aunque existen más argumentos que podrían apuntalar más esta idea, creo que  lo planteado podría ser objeto de debate… dejando a un lado las ideologías.

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