Resulta bastante deprimente observar la calidad de las informaciones que aparecen en distintos medios de comunicación. Se podría pensar que eso es un reflejo de cómo funcionan muchas instituciones en el país, pero, aún así, sorprende comprobar cómo para algunos periodistas parecería que les importa más difundir un cierto relato que explicar la realidad con una cierta dosis de veracidad. Ciñéndome en el ámbito forestal, he visto en los últimos tiempos numerosos ejemplos de esta pseudopandemia silenciosa, y, como ejemplo, voy a comentar artículo de prensa muy reciente que pretende glosar la rentabilidad de ciertas especies forestales utilizadas en Galicia para producir madera. Así, bajo el título de “brotes verdes en la rentabilidad de los montes gallegos” se realiza una comparación entre cuatro especies: eucalipto (Eucalyptus globulus), pino (Pinus pinaster, Pinus radiata), roble (Quercus robur) y castaño (Castanea sativa). Partiendo de unos turnos fijados se muestra un gráfico donde se concluye que la rentabilidad del eucalipto es del 11%, la del pino alcanza un 30%, de un 5% para el roble y sólo un 2% para el castaño.
Sólo centrándome en aspectos relacionados con el análisis de la citada rentabilidad, aunque las explicaciones son más bien escasas, uno puede intuir que han utilizado como medida de este indicador la tasa interna de rendimiento, es decir, se computa un indicador sobre la rentabilidad relativa de la inversión. Vamos a suponer que estos números son todos correctos (que no es el caso) y que estamos hablando sólo de la rentabilidad comercial privada asociada a un solo aprovechamiento (la madera). Este gráfico está diciendo que los propietarios forestales en Galicia son seres bastante irracionales, ya que pese a que la rentabilidad del eucalipto es ¡tres veces menor! que la del pino, la superficie del eucalipto ha crecido mucho más que las de las coníferas. Desde luego, si este artículo estuviera en lo cierto, y aunque no se habla de Eucalyptus nitens, los hechos nos inducirían a pensar que el inversor forestal en Galicia está, como mínimo, muy mal aconsejado. Además, claramente está mostrando que algunos brotes presentan un color verde un tanto extraño, porque una rentabilidad del 2% a 45 años (caso del castaño) no parece demasiado halagüeña.
Analizando dichos resultados, lo que me atrevo a conjeturar es que se están comparando inversiones asociadas a diferentes lapsos temporales (turnos). Si, por ejemplo, comparamos una inversión con eucalipto y otra con pino donde un turno es submúltiplo del otro (15 y 30 años), parecería sensato integrar dos turnos de eucalipto por cada uno de pino para efectuar dicha comparación. Si no se quiere depender de ese tipo de ejercicios, se debería calcular el valor esperado del suelo en cada caso y así poder comparar posibles alternativas de forma sólida, aunque ello implicaría abandonar la idea de utilizar un indicador de la rentabilidad relativa de la inversión. Por otro lado, obviando los casos del roble y del castaño, el resultado del eucalipto parecería plausible. Sin embargo, lo que sí me parece disparatado es ese 30% de rentabilidad atribuido a las inversiones en pinares. Si el autor del artículo comprobara los resultados vería cómo, con los números aportados, en el escenario más favorable la tasa interna de rendimiento es… del 3% (si llevo razón, tampoco sería un brote muy verde). La única duda que quedaría es que hubiera unas subvenciones (algo se habla en el artículo, pero sin aclarar si se han introducido o no en el análisis). Pues bien, para alcanzar la rentabilidad del 30%, esas subvenciones deberían cubrir el 100% de los costes de plantación (6500€/ha), sin computar ningún otro coste a lo largo de la vida de la citada plantación, lo que parece muy improbable. Desde un punto de vista teórico, en este caso aflora una debilidad manifiesta asociada al empleo de la tasa interna de rendimiento: cuando los costes tienden a cero (por ejemplo, gracias a una subvención), dicha tasa se dispara, con lo que nunca se debería utilizar como medida para evaluar la rentabilidad de dicha inversión.
Por otro lado, si he hablado anteriormente de relato, uno puede contextualizar la realidad de estas plantaciones con algún hecho reciente, como la creación de la marca de garantía Pino de Galicia. Me parece oportuno la apuesta que se está haciendo para fomentar plantaciones de pino en Galicia, y su encaje en una bioeconomía forestal moderna y competitiva. Sin embargo, me temo que este tipo de noticias no son de gran ayuda. Por último, no quisiera acabar esta entrada centrándome sólo en unas puntualizaciones sobre una noticia. La cuestión que nos podríamos plantear es ¿cuáles serían las rentabilidades medias de especies de crecimiento rápido a nivel no sólo autonómico o nacional, sino a nivel mundial? Para responder a esta pregunta, adjunto link de un artículo coordinado por el Prof. Fred Cubbage, y en el que he tenido la fortuna de participar, donde se analizan estas rentabilidades para 54 casos de plantaciones forestales en 22 países distintos con datos del año 2017. Para el caso de España se han incluido como casos de estudio el eucalipto (E. globulus) y el chopo y las tasas internas de rendimiento rozan el 10%. Por otro lado, de todos los casos analizados sólo se llega a una rentabilidad del 30% para un caso de eucaliptares en China. Y de 21 casos de pinares, no hay ninguno que alcance esa cifra del 30% que se aporta para los pinos en Galicia. Únicamente en un caso se roza la mitad de dicha rentabilidad (14%).