Hace unos días me enteré de una noticia que llamó mi atención: la petición, por parte de una organización ecologista, de la expropiación del emblemático monte “Cabeza de Hierro”, también conocido como “El Pinar de los Belgas”. Los argumentos en que se basan para tal petición parece que se basan, por ejemplo, en “la inadecuada gestión que se realiza en este monte, con la utilización de maquinaria pesada (procesadoras y autocargadores)”. En el comunicado no hay ninguna referencia adicional a la gestión. Es decir, se está pidiendo una expropiación por un problema técnico de tipo operativo, no por aspectos de la planificación estratégica o táctica asociada a la gestión de este monte. Cada uno es muy libre de pedir lo que quiera, pero esta petición constituye, a mi juicio, un compendio de incongruencias, contradicciones y de rancios tics asociados al hecho de no aceptar que una propiedad privada pueda gestionar correctamente un sistema forestal.
Para empezar, no creo que la gestión sea tan inadecuada cuando el monte presenta, hoy en día, ciertas características. Hay razones evidentes que avalan este hecho, comenzando por el número de parejas de buitre que nidifican (hasta lo que yo sé, los buitres no discriminan para construir sus nidos entre montes públicos y privados), o por el respeto a dichos nidos (se puede cuantificar con precisión el coste de oportunidad que está sufriendo desde hace años la propiedad al no poder aprovechar ciertos rodales, según el plan previsto, en las zonas donde se ubican estos nidos). Por otro lado, se da la circunstancia que los autores del Proyecto de Ordenación y sucesivas Revisiones han sido Profesores e Investigadores del máximo nivel técnico en aspectos como la ordenación de montes o la selvicultura (Joaquín Ximénez de Embún, Alberto Madrigal, Alberto Rojo, Gregorio Montero, Rafael Serrada, Alfredo Bravo). Pues bien, a juicio de estos anónimos peticionarios, todos estaban equivocados, sus decisiones han contribuido a esta “inadecuada gestión”, y ellos han descubierto que la única solución para revertir el grave daño causado es la expropiación. Nótese que el criterio técnico se cuestiona de forma radical sin ningún tipo de rubor ni de respeto, y se olvida y menosprecia el cuidado que ha tenido la propiedad en seleccionar a profesionales del máximo nivel para que lleven la gestión de este monte.
Así que ya saben, cuando vayan a un museo privado y no les gusten sus últimas adquisiciones, invoquen la gestión es inadecuada y exijan su expropiación. Si conocen algún predio urbano con un jardín digamos descuidado, manden un escrito al correspondiente Ayuntamiento y soliciten la expropiación. Y así sucesivamente. Repito lo de expropiación porque en su escrito específicamente hacen mención que se debe expropiar y no comprar por ser “un acto expuesto a procesos especulativos que genera una propiedad patrimonial para la Administración que lo adquiere”. Creo que cualquiera puede entender que un acto de compraventa supone que se ponen de acuerdo dos partes, bien sean pública o privada. Calificar eso de un proceso especulativo supone, o bien que no admiten el normal funcionamiento de los mercados, o que ellos justifican que el monte presenta una serie de servicios ecosistémicos por los que debe pasar a manos públicas, pero el Estado no debería compensar a la propiedad por dichos servicios ecosistémicos.
Paralelamente, otro grupo ecologista solicita (apoyado por un conjunto de stakeholders) también que este monte pase a manos públicas, pero, aquí ya haciendo gala de un mínimo sentido común, a través de una compraventa. También vuelve a planear la dicotomía entre gestión privada y pública. Dejando a un lado esos inútiles tópicos binarios, a mi juicio, en este caso, lo más sensato sería llegar un acuerdo con la propiedad y que pase a manos públicas, pero teniendo en cuenta otras razones. Así, en buena lid, los valores de no uso asociados a ese sistema forestal probablemente superen a los de uso. Si la sociedad valora más esos servicios ecosistémicos distintos a los de provisión, debe adoptar mecanismos de compensación a la propiedad (que yo sepa, a diferencia del subvencionado grupo que solicitaba la expropiación, no ha recibido compensación económica alguna), y probablemente sea más racional en este caso (linde de un Parque Nacional) comprar el monte que abonar todos los años ese resarcimiento económico, y así mitigar ese fallo de mercado.