Parece que estamos en el día de la marmota, y periódicamente se vuelve a atacar a un género (Eucalyptus) debido a las plantaciones forestales existentes en España con estas especies. Los argumentos suelen ser muy similares y cualquier noticia justifica volver a repetir argumentos, fobias, y, a veces, barbaridades para denigrar a estas plantaciones. La última mecha con efecto retardante que ha provocado la actual efervescencia de opiniones en contra del eucalipto ha sido el dictamen de 1 de diciembre de 2017 del comité científico de fauna y flora silvestres, adscrito al Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. En este dictamen, a instancias del Ayuntamiento de Teo se recomienda incluir a las especies de este género existentes en España dentro del Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras.
Aunque el propio Ministerio se ha manifestado en contra de dicho dictamen, me gustaría hacer unos comentarios, siempre desde un prisma de respeto a los integrantes del citado Comité. En primer lugar, para decidir sobre este problema llama mucho la atención que, causal o casualmente, en el comité ni a los otros expertos a los que se les consultó su opinión figurara ningún forestal. Además, algunas de estas personas no presenten en su CV frutos de su investigación vinculados con este género. Este hecho equivaldría, salvando las distancias, a que, por ejemplo, si hubiera una plaga en algún animal provocado por una especie foránea se justifique no consultar a ningún veterinario. Por otro lado, y después de leer el citado dictamen, se asevera con rotundidad que estas plantaciones presentan un “comportamiento invasor manifiesto”. Estas afirmaciones, si fueran ciertas nos llevarían a suponer que un elevado porcentaje de la superficie poblada con estas especies procede de ese citado comportamiento invasor. Por ello, sería de agradecer que desde ese comité nos ilustraran, por ejemplo, sobre el porcentaje de la extensión actual del eucalipto en Galicia que se debe a su carácter invasor y no a la plantación o al rebrote después de una corta final. Por supuesto, no hay ni un dato “manifiesto” al respecto. Además, y dado que también se afirma que el eucalipto ha desplazado flora autóctona, parecería sensato ilustrar al lector con datos sobre qué porcentaje de la superficie actual del eucalipto se ha logrado a costa de bosque autóctono. Tampoco se dice nada al respecto. Estos dos ejemplos ilustran sobre la falta de motivación de algunos argumentos empleados en dicho informe y que, a mi juicio, minan su credibilidad. Desde luego, si ahora se decide que tiene sentido nombrar como invasora a una especie (E. globulus) que, según algunos autores, se empezó a plantar hace casi 160 años, y que hoy en día se extiende sólo en Galicia a través de cientos de miles de hectáreas, es que algo falla. Hasta hace poco el debate era entre especies autóctonas o alóctonas, pero incluso desde hace años la Xunta de Galicia declaró a E. globulus como especie asilvestrada, que no alóctona, categoría que reservó tanto al E. nitens como, por ejemplo, a Pinus radiata. Pues bien, nos quieren hacer creer que llevamos 160 años equivocados y que el eucalipto presenta (según ese informe) un alto riesgo de invasión en nuestro territorio, hecho ya consumado para E. globulus.
Sin embargo, si se admitiera esta tesis (que el eucalipto es una especie invasora), me llama la atención en el lugar que se deja a las entidades certificadoras. Estoy plenamente convencido de los beneficios que proporciona a una comunidad disponer de un porcentaje importante de sus sistemas forestales que estén avalados por estos sellos. Pues bien, en este caso uno cabría preguntarse qué pasaría con las miles de ha de eucalipto certificadas en Galicia, por ejemplo, bajo el sistema FSC. Cabría recordar que uno de los indicadores de FSC dice taxativamente que se debe controlar de forma rigurosa el uso de especies exóticas presentes para que no desarrolle una actividad invasora. De la existencia de este indicador se deduce inmediatamente que no hay una actividad invasora en plantaciones de eucalipto certificadas bajo este sello. Por si alguien se hace la pregunta, en el dictamen anteriormente descrito no se hace mención ni a la certificación ni a FSC.
Por otro lado, y atendiendo a opiniones que he leído en las últimas semanas, es necesario implicarse contra esta especie de xenofobia botánica o ese “negacionismo sobre el eucalipto” que da título a esta entrada. Esta última expresión la he tomado de un libro donde se proporcionan consejos muy útiles para no engañarse con informaciones seudocientíficas. Realizando un paralelismo con dicho libro, si un investigador es, por ejemplo, competente campos como la ecología de la conservación o la economía ambiental, no tiene porque necesariamente serlo en otros campos como la selvicultura o la gestión forestal. En síntesis, la seudociencia en relación con esta especie no deja de aparecer y, desafortunadamente, hay pocas voces que intenten contrarrestarla. A mi juicio, algunos silencios son incomprensibles, comenzando por ciertas Asociaciones de gran importancia en el sector forestal gallego.
Finalmente, quisiera animar a combatir este negacionismo comenzando por no otorgar credibilidad a argumentos que, sólo por ser repetidos y multiplicados en redes sociales, no son ciertos. De forma sintética, el eucalipto no es el problema. El problema es el uso que se hace de él. De igual forma que no se puede forestar indiscriminadamente con esta especie, no se puede decir que se deben prohibir las plantaciones en todo el territorio. Igual que hay plantaciones en sitios donde no debieran estar, también hay viviendas donde no debía haberlas, y no por eso se prohíbe construir más en el medio rural. Hay plantaciones bien y mal gestionadas, lo mismo que bosques donde se ha hecho una gestión adecuada y otros donde esta no se ha logrado. Criminalizar las plantaciones es algo irracional, máxime cuando las hay que presentan atributos de sostenibilidad y cuando en muchos otros países son una astuta estrategia para… conservar las masas nativas… masas que en Galicia no han sido diezmadas por la conversión a eucaliptares. Sólo hay que mirar fotos de la primera mitad del siglo pasado en sitios donde actualmente se ubican estas plantaciones para entender esto.