El valor de los servicios ecosistémicos forestales

Comprendo que no haya entre ustedes nadie orgulloso, apasionado y enamorado de un ideal. (Yo acuso, Émile Zola)

Otorgar un valor monetario a un determinado bien comparándolo con otro más o menos similar es algo que todos los ciudadanos hacemos directa o indirectamente todos los días. Simplificando al máximo el razonamiento, digamos que es consustancial a la toma de muchas de nuestras decisiones cotidianas. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a problemas donde aparecen bienes que no presentan un precio de mercado, este discurso flaquea. Y si valoramos no un objeto, sino un sistema forestal que, por definición, ofrece múltiples servicios ecosistémicos (o, utilizando un lenguaje más simple, numerosos bienes y servicios), todo se complica.

Sin embargo, muchas veces es necesario y útil realizar estudios en esta dirección por múltiples motivos. El más obvio: ¿Tiene sentido proponer una alternativa de gestión de algo de lo que no se conoce su valor? En esta línea, estos análisis resultan indispensables para justificar mejor las posibles decisiones que se puedan tomar en estos sistemas. Se adopta para ello una óptica imparcial en el sentido de intentar incorporar el mayor número de servicios ecosistémicos que se pueda, y sin prejuicios iniciales acerca de los mismos. La paradoja es que este ejercicio cuenta, utilizando un símil empresarial, con unas barreras de entrada que, a mucha gente, les pueda parecer un reto imposible. La primera radica en que nunca sabremos si el resultado final se acerca o no al ideal: el verdadero valor de dichos sistemas. La segunda es que el valor del todo (un sistema forestal) es siempre mayor que el valor de las partes. La tercera es que podemos obtener resultados obtenidos empleando distintas metodologías, pero sin saber cuál sería la mejor o, no pudiendo utilizar la que estimemos más adecuada. Y la última es que suelen aparecer algunos problemas técnicos asociados con las técnicas de valoración aplicadas. 

A pesar de los problemas que acabo de enunciar, el motivo de esta entrada es comentar algunos estudios recientes que intentan establecer el valor de los ecosistemas forestales… a nivel mundial o europeo. Es decir, a priori un desafío colosal, aunque ya ha sido abordado con, a mi juicio, notable interés. En esta línea, conviene explicar algunos resultados, así como sus limitaciones, pero antes conviene, de forma escueta, presentar cómo se llega a estos resultados. Y para ello retomo el primer párrafo de esta entrada. Si yo no sé un valor de algún bien, pero conozco el bien de bienes similares, por comparación puedo llegar a alguna conclusión sobre ese valor. Este es el fundamento del método sintético de valoración, muy utilizado en los sistemas agrarios hasta que, en España, ha sido prohibido por ley. Pues bien, permitiéndoseme una licencia didáctica, estos autores lo que han hecho es aplicar esa idea. Así, han partido de una base de datos con estudios ya publicados sobre diferentes valoraciones de servicios ecosistémicos en diferentes países… y a través de ciertas técnicas cuantitativas, han llegado a establecer ciertos valores según servicio ecosistémico y tipo de sistema forestal. Pidiendo la indulgencia por anticipado a los especialistas en este campo por una explicación tan elemental, esto sería la base de una técnica denominada meta-análisis, muy utilizada en diversas áreas de conocimiento, y que es la base de la técnica de valoración ambiental conocida como “transferencia de beneficios”. 

Esta idea no es nueva, y ya se había comentado en otra entrada el primer estudio al respecto, publicado en 1997, donde se otorgaba un valor a los sistemas forestales (en zonas templadas y boreales) de 417$/ha y año. Los mismos autores han repetido el análisis años más tarde (2011) y el valor asciende, en cifras homogéneas, a 3.137$/ha y año. Es decir, como promedio, la suma de todos los valores de los servicios ecosistémicos que se han podido considerar suponen esa cifra por cada hectárea de bosque. Este aumento no se ha debido a variaciones de la superficie (se ha incrementado muy ligeramente) ni en precios de algunos servicios de provisión, sino en los datos primarios que han alimentado dichos estudios. Por último, resulta interesante destacar que el valor de estos ecosistemas forestales es menor que el de los pastizales y de las tierras de cultivo.

Ha habido numerosas publicaciones después de estos trabajos seminales de Constanza et al., pero voy a centrarme en los resultados de dos de ellos, muy recientes. El primero ha homogeneizado al año 2017 los datos primarios de 758 observaciones (261 estudios) a nivel mundial, y, por comparar sólo dos resultados con las cifras anteriores, los bosques templados continentales tienen un valor alrededor de 5.000$/ha y año, mientras que los bosques templados oceánicos superan los 8.600$/ha y año. Sin embargo, lo que más me ha llamado la atención es que los estudios realizados en sistemas forestales con un status de protección presentan, como promedio, un valor muy inferior a los que no están bajo dicho status. Una vez realizado el meta-análisis, y desagregando los resultados por servicios ecosistémicos, por poner dos ejemplos, la madera alcanza un valor (1.920$/ha y año), muy similar a la regulación de las cuencas hídricas (1.714$/ha y año). Y resulta muy interesante comprobar cómo los modelos econométricos corroboran que los valores de los servicios ecosistémicos obtenidos están claramente influenciados por los métodos de valoración empleados para obtener los datos primarios (la cuarta barrera a la que antes me refería). El segundo estudio se refiere sólo a Europa, y han utilizado 30 estudios con poco más de 100 observaciones. Analizando dichos estudios, el servicio ecosistémico con mayor valor (homogeneizado al año 2016) sería el de regulación de las cuencas hídricas (1.566$/ha y año), seguido por el de regulación climática (1.310$/ha y año). Una vez realizado el meta-análisis, resulta interesante comprobar que se han incluido 8 servicios ecosistémicos distintos, y que el valor promedio total (agregando dichos servicios) asciende a 2.842$/ha y año. De esta cantidad, casi 924$/ha y año pertenece al servicio ecosistémico de regulación hídrica, y sólo 34$/ha y año a la madera, por comparar con los resultados del artículo anterior.  

A pesar de estar lejos de un hipótetico (y, actualmente, irreal) santo grial que ofrezca unas valoraciones exactas de todos los servicios ecosistémicos asociados a un determinado sistema forestal, estos estudios muestran la pujanza de estas técnicas de valoración ambiental, así como su necesidad. En efecto, los resultados presentan interés desde varios puntos de vista. Además de ofrecer datos a nivel flujo (no a nivel stock, ya que los valores obtenidos son siempre anuales) y de poder establecer comparaciones útiles, su utilidad mayor se centra en términos relativos y no absolutos, ya que el punto de partida son estudios muy heterogéneos tanto a nivel técnico como de nomenclatura de los propios servicios ecosistémicos. Una tendencia que parece confirmarse es que, a nivel agregado, los valores aumentan con el paso del tiempo y que cada vez se incluyen más servicios ecosistémicos. Esto resulta lógico porque cada día se desagregan más en las nomenclaturas internacionales. Por último, y por si alguien lo está pensando, de la misma forma que no resulta muy demandado computar el valor total de todas las viviendas situadas en zonas urbanas en España, creo que no tiene sentido calcular un hipotético valor total de los sistemas forestales de un país a partir, por ejemplo, de los datos anteriormente expuestos.

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