“The exportation of Eucalyptus-seeds has already assumed some magnitude; the total export during the past twelve years must have reached several or, perhaps, many thousand pounds sterling ” E. Cooper: Forest Culture and Eucalyptus Trees (1876)
En esta entrada voy a repasar algunos trabajos científicos que han aparecido en los últimos meses referidos a unas especies arbóreas que suelo calificar como muy sexis (Eucalyptus sp.). La selección no deriva de ninguna búsqueda específica, sino que sus títulos han rozado mi campo de visión recientemente. Eso sí, todos tienen que ver con aspectos relacionados con la gestión de estas especies en plantaciones (más de 25 millones de hectáreas a nivel mundial), no en su hábitat natural. Cabe recordar que esta expansión, muy acusada en las últimas décadas, se debe tanto a que proporciona servicios ecosistémicos de provisión apreciados tanto por los propietarios y por la sociedad, como por sus condiciones innatas. En general, son especies muy plásticas y adaptadas a muy diversas condiciones de estación. Eso sí, siempre me ha llamado la atención que del elevado número de especies que componen este género, sólo unas pocas especies han sido objeto de plantaciones comerciales fuera de su hábitat de origen. De la superficie que he citado anteriormente el 90% puede corresponderse sólo a 8-9 especies distintas.

El primer trabajo es un artículo de revisión, publicado hace 20 días, y que desmonta, al menos parcialmente, uno de los tópicos más manidos que utilizan algunos defensores de la xenofobia botánica existente para desacreditar a este género: que su uso agota las reservas de agua del suelo. Los autores exponen acertadamente cómo el origen de este mito tiene que ver con su uso para desecar humedales para prevenir ciertas enfermedades infecciosas, y a partir de aquí se ha supuesto que indefectiblemente agota las reservas del suelo con independencia de aspectos básicos como las características de éste y del manejo que se propone. Al ser un artículo de revisión toca varias especies y zonas del mundo (generalmente tropicales), con lo que los ejemplos y la literatura son heterogéneos. Sin embargo, creo que resulta interesante destacar la idea de la difícil comparabilidad entre situaciones sin disponer de toda la información. Así, para justificar la no adecuación de esta especie por este motivo, habría que conocer cuál es el punto de partida (que no siempre es un bosque climácico), el manejo, las características del suelo, la elección de la especie, el clima, la edad, etc. para establecer una conclusión sobre el efecto. De hecho, se muestran gráficos convincentes donde se aprecia cómo la evapotranspiración no es superior a la de ciertos cultivos agrícolas, circunstancia también corroborada en otros países, como Bangladesh. Por otro lado, la evolución de la especie ha permitido que estas especies suelen ser muy eficientes con el uso del agua, incluso más que otras propias de algunos ecosistemas naturales. En definitiva, la prohibición de estas especies arguyendo esta característica no se justifica científicamente, aunque ello no significa que en zonas donde puede existir mayor competencia por el agua con otros usos de la tierra, el manejo se debe adaptar a este hecho (plantaciones menos densas, cambios en la selvicultura, etc.). Relacionado con esta idea se puede vincular otro trabajo que investiga las consecuencias de las forestaciones con E. globulus en una zona de 43.600has Etiopía (han triplicado su superficie en el período 1993-2023). Los autores realizan una especie de valoración de 17 servicios ecosistémicos (SE) distintos (de provisión, regulación y culturales) comparando la situación en 1993 y 2023. Si se permite agregar los resultados de los diferentes SE, el resultado es que la suma total no ha disminuido en ese período y, si nos centramos en el SE asociado con la provisión de agua, sólo ha disminuido un 0,57%, cifra que indica que un aumento de miles de hectáreas con esta especie no ha variado dicha provisión. Como es lógico pensar, hay unos SE que descienden y otros que se incrementan, pero el balance parece positivo.
Por otro lado, y frente a algunas posturas binarias relacionadas con esta especie, siempre me ha llamado mucho más la atención las soluciones intermedias. Así, no veo sentido ni prohibir esta plantaciones ni que haya una barra libre al respecto. Habrá zonas donde se puedan permitir y otras que no. Unas, sin condicionantes, y otras con determinadas restricciones, con y sin medidas selvícolas adicionales, como se indica en un estudio reciente en Paraguay. Además, las plantaciones no deberían de ser siempre uniformes en muchos de sus atributos característicos. Con esto me refiero, por ejemplo, a la especie, el espaciamiento inicial, el método de beneficio o el turno según cada calidad de estación. Pues bien, un estudio en Brasil define el manejo adecuado para cada caso, pero teniendo en cuenta sólo el SE relativo a la producción de madera. Estoy seguro de que si se incluyeran otros (carbono, agua, biodiversidad, etc.) los resultados variarían. Pensando en el caso español, este tipo de análisis deberían realizarse en todas las estaciones y así evitar imponer turnos, espaciamientos y métodos de ordenación de forma automática sin tener en cuenta, repito, los condicionamientos iniciales. Desde el punto de vista de la biodiversidad, resulta interesante las diferencias entre el método de beneficio que apuntan en un estudio realizado en el País Vasco y publicado hace unos meses.
Siguiendo con la biodiversidad, me ha llamado la atención un estudio reciente en China donde comparan la biodiversidad de plantaciones de E. urophylla intercalando especies nativas. Los resultados son los esperados (con un 50% de nativas los indicadores de biodiversidad son mucho más elevados), pero habría que completar el análisis con otros SE, tal y como se ha reflejado en el estudio de Etiopía. Relacionado con esta investigación, la pregunta que surge es: ¿hay estudios al respecto en España? O, mejor dicho, ¿interesa incentivar este tipo de investigaciones? ¿no sería una alternativa potencialmente interesante en ciertos proyectos de restauración? En esta línea, un caso particular sería el de la agroforestería con eucalipto. En otro trabajo interesante se analiza cómo reducir las emisiones en el sector agrario (es decir, agrícola y forestal, AFOLU en la jerga oficial), pero centrándose en el punto de vista agrícola. Pues bien, los autores reivindican, a nivel mundial, escenarios con plantaciones de crecimiento rápido (varias especies de eucalipto y también de Populus) con el fin de plantear un escenario silvopastoral con un número de pies por hectárea obviamente mucho más reducido. Esta sería otra opción para estas plantaciones, por diferentes motivos, pero a mi juicio estaría muy condicionada por los ingresos netos generados por el carbono que pudiera recibir la propiedad. Por otro lado, combinar cultivos agrícolas con filas de eucalipto requiere en cada caso un análisis concienzudo para establecer la densidad óptima y los pros y contras de esta apuesta.
Todo lo expuesto refuerza la idea que vengo pregonando desde la primera entrada de este blog, según la cual es necesario profundizar en la investigación de estas especies. Creo que presenta un déficit notable en comparación con otras que, desde un punto de vista de los SE de provisión, presentan una importancia mucho más reducida. Por otro lado, todos los artículos que he citado en esta entrada proceden de revistas científicas (la mayoría Q1), por lo que han sufrido una revisión por pares de acuerdo con los estándares internacionales y, por tanto, presentan una solvencia reconocida. Estos argumentos científicos contrastan con otros de tipo “castizo” que se vienen propagando en los últimos meses, como algunos informes que utilizan argumentos inexactos, falaces e interesados sobre estas especies con el fin de alimentar endógenamente conclusiones acientíficas. Parece que todo vale para justificar la xenofobia botánica a la que anteriormente me he referido.